miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL PRIMER DIA DE TRABAJO DE LA SRTA. COÑO



El primer día de Trabajo de la Srta. Coño.

La Srta. Amalia López  acompañó a la Srta. Coño al despacho del Sr. Roberto Guzmán. El director comercial de aquella compañía dónde la Srta. Coño iba a prestar sus servicios por primera vez como la nueva secretaria de dirección.
El proceso de selección había sido largo y la Srta. Coño había superado varias pruebas y entrevistas. Tenía muy claras sus funciones y conocía perfectamente la empresa. De hecho, en su primera entrevista impresionó a Recursos Humanos con sus conocimientos. La Srta. Coño sabía muy bien encontrar toda la información que necesitaba por internet.
El Sr Guzmán le daría la bienvenida a la empresa y concretamente a ese departamento comercial. Y… a trabajar.
Antes de que llegara su nuevo jefe, la Srta. Coño ya había heredado la agenda de la anterior secretaria de dirección y le habían explicado muy por encima cómo funcionaba el sistema informático que utilizaría. Le habían presentado al resto de la plantilla y había dejado su bolso sobre la mesa en  el despacho que ocuparía.
-Señorita Coño. Le doy la bienvenida a esta empresa y especialmente a este departamento comercial –le dijo el señor Guzmán.
-Gracias Sr Guzmán – respondió la Srta. Coño estrechándole la mano.
-Es muy importante que recupere la agenda de la anterior secretaria de dirección porque hay anotaciones y contactos muy importantes.
-Tengo la agenda, Sr Guzmán.
-Perfecto, Srta. Coño. ¿Le han presentado a sus compañeros?
-Sí, Sr Guzmán. A todos.
-Estupendo – dijo el Sr Guzmán juntando sus manos. A continuación hizo una pausa para beber agua. Bebió directamente la botella. La señorita Coño intentó no hacer ninguna mueca de desagrado.  A continuación el Sr Guzmán tosió y alguna gota de agua se deslizo por sus labios y cayó al suelo.  La señorita Coño  apartó la mirada disimuladamente.
-¿Ha desayunado, Srta. Coño?.
-Aún no. Normalmente  desayuno a las diez.  Si tengo tiempo, claro.
-Ah… Muy bien. Yo necesito una taza de café. Mi mujer no se encontraba hoy muy bien y he venido en ayunas a la oficina. Tráigame por favor una taza de café. Aquí tiene mi taza y la señorita López le dirá dónde está la cafetera. Me gusta sólo y con dos cucharadas de azúcar. Cuando vuelva seguiremos hablando. Gracias.
La señorita Coño permaneció en silencio con la mirada fija en la ventana con vistas a otro edificio  durante algunos segundos.
-¿Señorita Coño? – se extrañó el Sr Guzmán. ¿Se encuentra bien?-  le preguntó acercándose a ella. Estiró su brazo derecho y su mano se acercó lentamente al hombro de la Srta. Coño.  A apenas unos centímetros antes de que los dedos del director comercial tocasen la delicada prenda que vestía  su secretaria, la señorita Coño retrocedió con la misma delicadeza que la ropa que vestía.
-Una taza de café-  Repitió la señorita Coño.
-Sí. Con dos de azúcar. Esta es mi taza. Gracias.
El Sr Guzmán se sentó en su mesa y comenzó a ojear el diario. La señorita Coño cogió la taza vacía y salió en silencio del despacho.
La señorita López se encontraba en la sala dónde estaba la cafetera que iba a llenar la taza de café del Sr. Guzmán. Pero la señorita Coño no fue a esa sala. Entró en su nuevo despacho y posó la taza sobre su nueva mesa. Cogió su bolso y se lo colgó del  hombro. En silencio y con paso decidido, abandonó su nuevo despacho y su nuevo empleo. No miró en ningún momento atrás. La expresión de su rostro era exactamente la misma que cuando recibió la bienvenida a su nueva compañía y especialmente a su nuevo departamento comercial.
-¿Quién es?- preguntó alguien que llegaba tarde a su puesto de trabajo.
-La señorita Coño – respondió alguien que llegó a tiempo y no dejó en ningún momento de observarla.

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